En un mundo que constantemente nos dice que “luches” y que “no te rindas”, rendirse puede parecer una idea aterradora. Pero en realidad, la rendición no es una derrota, sino un acto de liberación.
Rendirnos significa soltar las creencias limitantes, las expectativas irreales y las emociones que nos retienen en el pasado. Es dejar de aferrarnos a lo que nos duele, aceptar lo que no podemos cambiar y abrirnos a nuevas posibilidades.
Cuando nos rendimos, dejamos de luchar contra lo que es y, en su lugar, empezamos a acoger el presente tal como es, con todas sus imperfecciones. Solo entonces podemos sanar.
Hoy te invito a escribir una lista de todo lo que sientes que necesitas dejar ir. Puede ser una relación, una idea, un miedo. Al lado de cada oración, escribe cómo te sentirías si pudieras soltarlo. Hazlo de manera honesta, sin juzgar lo que aparece. El simple acto de escribir es una forma de rendirte a lo que no puedes controlar.
Rendirte no es rendirse ante la vida, sino rendirse ante la necesidad de controlar todo. Es un acto de confianza profunda y en el proceso de sanación.